[MyungStal] Inmateria Parte 1


Titulo: Inmateria.
Rated: +13.
Genero: Drama.
Grupo: f(x) & Infinite.
Pairing: MyungStal
Nota de la autora: Tengo el fic bastante adelantado (unos cuatro capitulos ya escritos) y antes lo publicaba en un foro pero poco a poco la gente dejo de meterse o sea que ¡Hola! :B





Cuando Myungsoo despertó se extraño al comprobar que no estaba en la mugrienta calle donde le habían dado una paliza, y en cambio había amanecido en una dura cama con unas sabanas realmente ásperas, eso sí, mucho más blanda que la acera donde había caído. Le dolía todo el cuerpo y el solo incorporarse hizo que todos los músculos de su cuerpo se estirasen y le provocaron un dolor inmenso. Quizás mayor que el que había sufrido la noche anterior cuando sus antiguos compañeros se habían ensañado con él y le habían pegado una gran paliza por abandonarlos.

Intento estirar la cabeza hacia los lados para poder saber donde se encontraba. Ni el olor del lugar, ni el silencio, ni el poco contacto que tenia con el alrededor podían hacerle reconocer donde se encontraba. Lentamente abrió los ojos y observo una habitación de hospital como otra cualquiera. Lo único diferente que había en ella era la muchacha que no reconocía que yacía en el sillón que había al lado de su camilla con una de las mantas que lo más seguro eran las de su propia cama.

Volvió a intentar incorporarse sobre sí mismo y lo único que consiguió fue gemir del dolor que le provocaba solamente el esfuerzo. ¿Cuánto tiempo llevaría sin comer? No lo sabía, pero es que tampoco era consciente de cuánto tiempo llevaba en aquel hospital.

-Tu desayuno me lo he comido yo –le confesó una voz que odio por el simple hecho de lo que acaba de decir. Volvió la mirada hacia la chica que estaba en el sillón, del cual se estaba levantando mientras apartaba con una mano la sabana con la que se había tapado durante toda la noche y con la otra se despejaba estirándose un ojo y así quitándose las legañas-. Tenía demasiada hambre como para dejar que se enfriara porque no tuvieses ganas de levantarte –siguió estirándose mientras dejaba la sabana en el suelo sin ningún cuidado.

-Entonces ve a comprarme algo para que desayune –le ordeno el moreno lo cual provoco una gran risa por parte de la menor que lo miro divertido.

-Si tienes hambre te recomiendo que vayas tu mismo con esos pies que te dieron tus padres a comprarte algo, yo no soy tu chica de los recados –aseguro para después añadir-. Salvar a alguien para esto, tsk… ¿Siempre eres tan desagradecido o solamente con los que te ayudan?

Sus miradas se cruzaron, como si fuesen a batallar una épica pelea de la cual solamente una persona podía salir viva. La primera impresión de ninguno de los dos había sido buena, ni tenían intenciones de cambiarla, era algo que tenían claro. ¿Cómo se le ocurría a aquella mocosa tratarla de aquella manera? ¿No veía acaso que estaba incapacitado para hacer cualquier cosa, y menos salir de la habitación para a por algo de comer? Después de una larga mirada, llena de tensiones y la poca rabia que podían haber acumulado durando su pequeña conversación.

-¿Tu madre nunca te dijo que tienes que ser cortes con tus mayores? –le replico Myungsoo utilizando un tono de voz más dura de la que había utilizado antes-. Las niñas maleducadas como tú nunca se casan y viven amargadas rodeadas de gatos. ¿Acaso quieres eso?

-¿Tengo pinta de ser tan fea como para que me pase eso? –rio mientras se apartaba el pelo hacia atrás sin quitarle la mirada de encima-. Yo si fuera tú me preocuparía mas por uno mismo antes que por la preciosidad que te ha salvado de unas cuantas ratas.

Volvieron a quedarse en silencio mientras sus ojos seguían clavados en los del otro. Todo era algo confuso para los dos. No sabían que es lo que estaban haciendo ahí exactamente. Myungsoo había imaginado que despertaría tirado en algún lugar lleno de mugre y suciedad, y que le habrían robado; y ella en cambio que iba a tener que pasar la noche con cualquier desconocido si lo que quería era dormir bajo un techo pues sus padres habían echado el cerrojo y el pestillo después de las doce de la noche y no podía entrar en casa.

-Veo que el paciente ya ha despertado –dijo la enfermera que acababa de entrar por la puerta rompiendo el silencio que los dos juntos habían creado por la incomodidad. La enfermera se acerco a la camilla poniéndose a un lado de esta, observando las constantes vitales del paciente mientras los apuntaba en un papel-. Dentro de unos minutos vendrá una auxiliar a hacerte unas pruebas –le comento al interesado mientras bajaba la mirada hasta él y apoyaba la mano en su hombro-, serán solamente para comprobar que te encuentras bien del todo, nada serio. Ayer te hicimos todas las pruebas serias cuando tu amiga te trajo y estas más sano que cualquiera en toda la planta… –le aseguro.

-¿Habéis comprobado su coeficiente en sangre de bilirrubina? –pregunto la muchacha interrumpiendo a la enfermera la cual parecía molesta porque lo hubiese hecho. Dirigió su mirada amable hacia ella, la cual poco a poco fue transformándose en una muy poco agradable-. ¿Algún problema? –le pregunto haciéndose la sorprendida de una manera muy exagerada-. Es su trabajo, debería de verificar que lo ha hecho en vez de mirarme así –ambas escucharon como de la boca del herido salía una pequeña risa al escuchar esas palabras.

-Todo es normal en su analítica ¿sí? –repuso la enfermera volviendo a mirar a Myungsoo-. Antes de darte el alta pasaran para ponerte un antiinflamatorio y un pequeño sedante que hará que el cuerpo deje de dolerte –sonrió con amabilidad. Volvió a alzar la mirada hacia la menor y sin pronunciar una sola palabra más se dio la vuelta y salió de la sala.

Ella volvió a sentarse en el sillón, encogiendo sus piernas para poder entrar por completo en él y saco el móvil para comenzar a mandarse mensajitos con la gente.

-Que sepas que no pienso pagar la factura del hospital –aclaro mientras le daba a enviar a un mensaje y lo miraba otra vez-. Yo solamente estoy aquí para dormir y comer a tu costa. ¿A qué hora traen la comida? –se pregunto a si misma de una manera un tanto retorica pues no dejo tiempo para que nadie respondiese-. Me muero del hambre y tu desayuno era una puta mierda… -susurro poniendo mala cara.

-Y, ¿he de llamarte…? –la interrumpió esta vez el. Esta dirigió su mirada hacia él mientras pasaba su lengua por la parte delantera de sus dientes.

-Por ahora si me llamas Diosa o Maravilla y conseguirás que no te quite más mantas. Por ahora te lo recomiendo…

-Estoy hablando en serio –volvió a cortarle. La chica volvió su mirada hacia el al escuchar  la seria voz y choco contra sus en aquellos momentos fríos ojos.

-Y ¿Qué esperas sabiendo mi nombre? –pregunto en el mismo plan solo que algo más descarado, el cual a su acompañante no le hizo ninguna gracia-. Dudo que mi nombre te salve la vida o algo y… no me da la gana compartirlo contigo. ¿Acaso me has dicho tú como te llamabas? No. Y no lo he preguntado en ningún momento porque solo somos dos desconocidos.

-Las niñas insolentes como tú deberían de cerrar la boca o algún día de una patada te romperán todos los dientes.

-¿Es eso una amenaza? –río mirándolo fijamente-. Porque si lo es… estas muerto.

Volvieron a quedarse en silencio, perpetuo e imposible de penetrar. Lo único que se escuchaba era el rifi-rafe de las sabanas cuando uno de los dos se movía. Ni se habían dignado a mirarse a otra vez. La tan sola presencia del otro les hacía sentir incómodos y no parecía que la chica tuviese intenciones de irse de allí.

-No tengo dinero para pagar la factura del hospital –musito Myungsoo. No sabía porque lo había dicho pero… ¿Qué iban a hacer? Según había dicho ella no iba a pagar el hospital y él se encontraba sin dinero. Había estado pensando durante varios minutos sobre ello. Dudaba que ella se negase a pagar teniendo dinero, porque si fuese así sería raro que aun siguiese en el hospital en vez de en algún lado comiendo o haciendo algo de mayor interés.

-Y yo mi fortuna me la he dejado en mi otro traje –hablo como si tuviese un gran chicle en la boca sin despegar su mirada de la pantalla del móvil. Myungsoo suspiro pensando que le estaba tomando el pelo, otra vez. Le fastidiaba que tuviese que lidiar con una persona tan poco respetuosa y que además se negaba a decirle siquiera su nombre-. Haremos un sinpa entonces –comento tan cómoda apartando la mirada de su móvil-. Te ayudare pero a cambio  me dejaras asearme en tu casa. Huelo a hospital y a cigarrillo y no es nada agradable –le aseguro mientras se apartaba varios mechones de la cara-. ¿Trato hecho?

Myungsoo no pudo evitar volver sostenerle la mirada. No la conocía y a penas se fiaba de ella, pero tampoco quería ser un moroso o que le llevasen al calabozo por eso. Además, ¿cuánto tardaría en asearse? No mucho ¿verdad? Cogió aire antes de responder.

-Claro, trato hecho si no me queda otra opción –se encogió de hombros volviendo a perder la vista en la pared que tenía delante. Unos minutos después y siendo algo ruidosa apareció la auxiliar que antes les había dicho la enfermera que vendría. Llevaba una bandeja en la cual portaba algodón, tiritas, alcohol y dos inyecciones, cada una de un color diferente y con una aguja aparte. Los miro con una sonrisa amable a los dos y les saludo con la mano después de dejar la bandeja en la mesilla de al lado de la cama, sentándose en un pequeño taburete que estaba escondido entre la mesilla y la pared.

-Espero que no le tengas miedo a las inyecciones –bromeo sonriente mientras Myungsoo se incorporaba y le tendía el brazo donde tenía puesta la vía para los aparatos a los que estaba conectado-. Puede que notes como entra algo y se te adormezca la mano, pero es normal ¿sí? –le informo mientras le ponía una aguja a la primera inyección metiéndola por una de las tres salidas que tenia la vía. Poco a poco fue metiendo el líquido que tenia dentro, y volvió a repetir la misma jugada con el otro tubo mientras que Myungsoo seguía teniendo la cara de póker que jamás abandonaba su hermosa cara-. No ha sido para tanto ¿verdad? –la auxiliar seguía sonriendo de oreja a oreja mientras proseguía con las curas y el muchacho le enviaba pequeñas miradas nerviosas a su nueva compañera, alarmado por si no podría andar como era debido por el tranquilizante. La auxiliar le aparto la vía que tenia puesta en la mano con cuidado, presionando después en el con un cacho de algodón bañado en alcohol para desinfectar la piel que había alrededor. Luego, en silencio lo aparto y le puso una tirita-. Ten más cuidado a la siguiente. No me gustaría verte por aquí más veces –negó mientras sonreía ampliamente y recogía el instrumental que había utilizado para después marcharse-. Tened suerte los dos –cerró la puerta tras de sí.

Myungsoo miro a la chica que le indico con un gesto que se quedase callado, aunque solo fuesen dos segundos para asegurarse de que nadie iba a entrar en la habitación. Cogió la ropa con la que le había encontrado y se la paso.

-Ponte esto cuanto antes –le ordeno antes de darse la vuelta para que se cambiase cómodamente y caminaba hasta la ventana de la habitación. A penas había podido dormir por la noche dado que el sillón era muy incomodo y se había dispuesto a inspeccionar el lugar, dándose cuenta de que su habitación estaba en un primer piso y que saltar desde allí, si llegaba a ser el caso, iba a ser muy sencillo. Volvió la mirada hacia atrás, para mirar al mayor mientras este se ponía la camisa por encima, el cual se dio la vuelta molesto al notar como esta le estaba mirando-. Date prisa y ven joder… -musito ella impaciente por si alguien entraba por la puerta.

Myungsoo, nervioso, ansioso y desesperado, se ato la chaqueta sin hacer lo mismo con lo que llevaba por debajo y se encamino hacia donde estaba ella. Nunca se había imaginado saltando desde la ventana de un hospital, pero tampoco se había imaginado a si mismo acabando en uno y eso le hizo reflexionar sobre cómo había llegado hasta aquel punto. Sacudió la cabeza. No era un buen momento para pensar en algo parecido a aquello. Lo que tenía que hacer era fiarse de aquella extraña persona y saltar desde el primer piso de la residencia de un hospital.

Vio como ella lo hacía sin dudar, parecía incluso que tenia practica en hacerlo y él quería imitarla, hacerlo con la misma seguridad. Pero mirar abajo no le ayudaba. Tuvo que cerrar los ojos y coger aire fuertemente para saltar, aterrizando sobre sus pies, rodillas y manos, mejor de lo que él había previsto. Casi sin darle tiempo a incorporarse noto como ella le agarraba del brazo y echaba a correr arrastrándolo hasta que sus reflejos comenzaron a funcionar y comenzó a correr con ella, lo más rápido que pudieron hasta que dejaron el edificio donde se habían hospedado aquella noche atrás, donde no lo podían ver.



A penas habían intercambiado muchas palabras por el camino, pero Myungsoo había conseguido que ella le dijese su nombre, Krystal. Dudaba que fuese su verdadero nombre, pero no replico para que se lo dijese. Ninguno de los dos estaba de humor para discutir.

Lentamente abrió la puerta de su pequeño piso alquilado, a las afueras de un bonito y tranquilo  barrio lleno de parques y de niños gritones que corrían por ahí, jugando entre ellos o con sus mascotas. Aquella zona era bastante barata aunque no lo aparentara. Era una zona en la que la clase media alta, no necesariamente con un poder adquisitivo muy grande, solía tener una bonita casa. Lo normal por la calle era encontrarse a familias de padres trabajadores con una familia numerosa. La casa del joven se encontraba en un lugar más bien apartado, cerca de una pequeña panadería en la que hacían dulces franceses.

-¿Viviendo en este barrio no tienes dinero para pagar el hospital? –pregunto Krystal mientras entraba en el piso, sintiéndose mas cómoda que en la calle.

El piso era pequeño, para una sola persona. Tenía una pequeñísima cocina con lo indispensable para poder cocinar, una sala de estar con una tele y un pequeño sofá que parecía muy cómodo y dos puertas cerradas. Lo más seguro era que una fuese la del dormitorio y otra la del baño.

-No llevo dinero encima –replico el-. Todo lo que llevaba encima fue robado –y eso era algo que le martirizaba, daba gracias de haber dejado lo esencial como las tarjetas de crédito y el móvil en casa, además de haber escondido la llave de la entrada debajo del felpudo pues sus ex compañeros también le habían quitado la del porta-. Esa puerta –señalo la que estaba al lado del sofá-, es la del baño. Dúchate y vete –se tiro sobre el sofá, agotado y sin ganas de hacer nada durante el resto del día.

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